1. Capacitamos y empoderamos al equipo de SST en la empresa para crear su propio instrumento de medida y educación de la actitud adecuada hacia la SST, como garante de un cumplimiento y observación autónoma de las normas de salud y seguridad.
2. Facilitamos un proceso de consultoría interna en SST autogenerada y autogestionada, que los responsables de SST desarrollan y construyen como algo propio y no ajeno que viene de otro contexto, con las dificultades propias de encajarlo, muchas veces con calzador, en la propia realidad y cultura corporativa. Todo ello genera responsabilidad y motivación para su puesta en práctica en los responsables de SST.
3. Consideramos de forma innovadora el constructo de “actitud” hacia el cuidado en SST, hasta ahora ausente en las propuestas e investigaciones sobre SST, considerada como un principio ético. Aunque algunas publicaciones hablan de actitudes, ninguna de las que hemos consultado profundiza en serio en los perfiles actitudinales de los trabajadores y su relación con el cumplimiento de las normas e indicadores de SST.
El taller consiste en la creación de un instrumento sociológico de medida de una actitud concreta: la Ética del Cuidado en SST. Pretendemos que los participantes aprendan lo que es esta actitud, reflexionen sobre ella, y en ese proceso reflexivo clarifiquen dicha actitud y la describan con exactitud en su propio contexto de actuación, para poder medirla bien y socializarla adecuadamente tras dicha medida, creando una diversidad de productos comunicativos, como por ejemplo, un perfil del trabajador con una actitud positiva hacia la SST en nuestra empresa: ¿Qué piensa, qué siente y qué hace respecto del cuidado?
La actitud para enfocar el taller va a ser el CUIDADO tal y como lo entendemos hoy, relacionado con una cultura del cuidado, con el cuidado del medio ambiente, de la vida en general. Dicha actitud tiene además dos dimensiones: una dimensión individual que llamaremos AUTO-CUIDADO y una dimensión prosocial que llamaremos MUTUO-CUIDADO. En este sentido, podemos afirmar que el CUIDADO, en general, es una actitud ética, es una obligación ética de carácter humanista.
El contexto actual de la pandemia por COVD19 nos ha mostrado que estas dos dimensiones, auto-cuidado y mutuo-cuidado, personal y prosocial, son esenciales para mantener la salud y seguridad en la empresa y más allá de la empresa, en la sociedad en general.
En el caso contextualizado de un taller de capacitación en Prevención de Riesgos Laborales o Salud y Seguridad en el Trabajo, el cuidado lo vamos a identificar como actitud clave para el éxito en el cumplimiento y observancia de las normas, procedimientos e instrumentos clave de SST.
Una actitud es un patrón básico de comportamiento que tenemos asumido mentalmente, como una ruta dentro de nuestros mapas mentales, que consiste en una secuencia lógica de PENSAR-SENTIR-HACER hacia algo o alguien. Las actitudes se refieren a una predisposición interna a reaccionar positiva o negativamente ante lo que se llama un “objeto de actitud”, que en nuestro caso será el CUIDADO en relación con la SST. Podríamos definirlas operativamente como estar de acuerdo con, sentir gusto por, estar a favor de, etc. Siempre con una carga valorativa importante: no hay actitudes neutras, estamos a favor o en contra del objeto de actitud. Detrás de muchos comportamientos imprudentes y de riesgo hay en realidad actitudes equivocadas o disfuncionales hacia el cuidado y todo lo que significa en el ámbito del trabajo.
Las actitudes tienen 3 componentes básicos, y los 3 se medirán en el instrumento creado en el taller, porque los tres describen la actitud que deseamos medir y educar. Algunas preguntas como estas nos ayudarán a identificar y crear los indicadores o ítems de nuestro propio test de medida de actitud hacia el cuidado:
1. Componente cognitivo: ¿Qué ideas, informaciones, opiniones y creencias son claves para generar una actitud positiva o “a favor de” el cuidado? Y también lo contrario: ¿Qué aspectos cognitivos están en la causa de las actitudes más negativas o que “no juegan a favor de” el cuidado?
2. Componente afectivo: ¿Cómo se sienten los trabajadores/as ante el hecho de las normas e instrumentos de SST? ¿Qué experiencias tienen hacia el CUIDADO de sí mismos y de los otros en general? ¿Cómo se sienten cuando se cuidan a sí mismos y entre ellos? ¿Y cuándo no se cuidan?
3. Componente psicomotriz o comportamental: ¿Qué comportamientos describen el cuidado dentro de la empresa a nivel general? ¿Cómo actúa una persona cuidadosa en todos los ámbitos? ¿Cómo se comporta una persona que se cuida y que cuida de los otros? ¿Cómo se comporta una persona descuidada y poco cuidadosa con los demás y con el entorno en la empresa?
La buena noticia es que las actitudes son educables, son modificables y una vez modificadas son relativamente estables y transferibles de unos ámbitos a otros. Esto implica que determinadas intervenciones o variaciones en cualquiera de sus tres componentes, o en los tres a la vez, pueden crear actitudes adecuadas y funcionales hacia el CUIDADO, y pueden modificar las actitudes inadecuadas o disfuncionales.
Estas técnicas de modificación de actitudes pueden consistir en clarificar opiniones o creencias erróneas sobre el objeto de actitud, aportar nueva información que se desconocía y que hacen a una persona replantearse sus ideas y opiniones, tener experiencias emocionales positivas y empáticas en torno al cuidado propio y de los demás, relacionarse con grupos de personas que mantienen una actitud adecuada y funcional, aprender nuevas competencias y habilidades que modifican nuestro modo de pensar y de pensarnos, etc.
En este sentido, una función importante de las personas encargadas de fortalecer y facilitar las virtudes humanas en las organizaciones, y el cuidado como actitud lo es, consiste precisamente en crear actitudes positivas y velar por ellas, así como tratar de modificar las actitudes más negativas o inadecuadas con acciones de formación-información, discusión fundamentada de opiniones y creencias, investigación y medida periódica de actitudes clave, fomento de experiencias positivas con el objeto de actitud, o facilitación de las habilidades alineadas con la actitud.
Todo ello fortalece algo que es el caballo de batalla de muchos programas y responsables de SST en las empresas: la deseable autonomía del trabajador ante el cuidado, de forma que no haga falta ponerle límites externos constantemente ni vigilar en exceso su cumplimiento, que como bien sabemos cuesta tiempo, dinero y salud emocional también.
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