El mapa del tesoro de la humanidad: marco general de una pedagogía samaritana para una escuela en salida
El itinerario pedagógico-social del Buen Samaritano, elaborado desde las seis huellas o verbos clave de esta sencilla, pero ilustrativa e interpelante parábola, me fue inspirado desde la propuesta que hizo Arnaldo Pangrazzi (2005) sobre este relato del Evangelio en su libro “Hacer bien el bien. Voluntarios junto al que sufre”, en el año 2005. Durante los últimos 7 años he utilizado este marco pedagógico acompañando procesos en varias instituciones educativas y sociales.
Por si fuera poca la experiencia, que ha confirmado la utilidad y versatilidad del mismo en proyectos, actividades y programaciones didácticas, pudiendo ajustarlo sin problema en la singularidad de cualquier carisma o filosofía institucional de la caridad y la solidaridad, el Papa Francisco en octubre de 2020 nos sorprendió con un análisis muy similar en el capítulo 2º de la encíclica Fratelli Tutti (2020), llamado “Un extraño en el camino”. Dicho análisis, ha aportado a este itinerario pedagógico mayor riqueza y profundidad, y le confiere, por tanto, mayor validez.
El itinerario del Buen Samaritano es, posiblemente, el mejor proceso pedagógico escrito jamás para plantearse una educación en la solidaridad y la justicia social, y también, para hacerlo desde una pedagogía solidaria y samaritana. Porque no es sólo una herramienta para un modo de hacer del docente, es también una herramienta para un modo de ser del docente. Es decir, los verbos y dimensiones del mismo, implicarán no sólo las competencias samaritanas del alumnado, sin también las competencias profesionales del docente en clave samaritana.
Escrito hace más de 2000 años, conjuga seis verbos clave que siguen constituyendo las líneas maestras de la Caridad Cristiana: ver, sentir, acercar, curar, cargar y cooperar. En mis cursos y conferencias me gusta presentar este itinerario como un mapa, en el que están dibujadas las seis huellas con sus verbos. Lo denomino "El mapa del tesoro de la humanidad" y suelo explicar que, como en las buenas narraciones e historias de búsqueda del tesoro (libros, películas, etc.), el mapa al comienzo nunca está completo: el caminante es una parte del mapa, pero necesita el otro trozo del mapa, y superponerlo con el suyo para tener claro el itinerario y revelar así las pistas adecuadas. Ese otro trozo de nuestro mapa samaritano es, precisamente, el otro, la realidad social que reclama una respuesta de nuestra parte, nuestro alumnado. Y esa respuesta al mundo es la que Viktor Frankl (1979) llama “el sentido de la vida”.
Por las razones anteriores, y desde esta metáfora aventurera, suelo recomendar que la lectura y reflexión del mapa, desde el rol de educador/a, se haga en los dos planos, en las dos partes del mismo, superponiéndolas, para ayudar a descubrir el mapa a los estudiantes y también para descubrirnos en el mapa como educadores. Y como todo mapa-itinerario, además de las huellas y la ruta a seguir, tiene un punto de partida y un punto de llegada donde está el auténtico tesoro de la humanidad.
Por tanto, este camino se inicia en una “misión” educativo-solidaria y se enfoca hacia un horizonte de justicia social o “visión”, de tal forma que justicia y solidaridad van de la mano: la solidaridad es el camino, la acción, el proyecto, y la justicia es el horizonte, la utopía hacia la que vamos, y que no debemos perder de vista para no caer en solidaridades y pedagogías de poco calado o sospechosas de hacer el juego a otros intereses. Como centro educativo y red educativa tenemos una misión compartida, descrita en nuestro proyecto educativo y concretada en múltiples acciones pedagógicas. Pero también tenemos (o deberíamos tener) una visión compartida, un ideal de mundo y sociedad, de persona nueva para un mundo nuevo, de utopía en definitiva.
Expongo aquí el proceso pedagógico de las 6 Huellas de la Caridad de modo resumido, seleccionando algunas ideas, e invito a profundizarlas y trabajarlas con la ayuda de mi reciente publicación "Las Huellas de la Caridad. Pedagogía samaritana para una escuela abierta al mundo", disponible en Amazon tapa blanda. Decir también, que este proceso-itinerario pedagógico lo he facilitado en contextos de educación no formal, como ONGs, asociaciones, incluso para hablar de la vocación de servicio y la prosocialidad en el ámbito de la empresa. Igualmente invito a explorar algunos materiales pedagógicos míos como "La Oca del Buen Samaritano" y la canción infantil "Como el Buen Samaritano", que también están realizados para trabajar sobre este marco-itinerario de las Seis Huellas.
Huella 1. Lo vio.
Ver hoy en día significa también estar atento, y saber mirar con las gafas correctas. En plena era de las desatenciones, atender a otros más allá de la propia burbuja o las propias necesidades, es un objetivo pedagógico clave. También lo es saber leer la realidad más allá de la forma, ir al fondo y analizar causas y consecuencias de los problemas sociales.
Hay unas gafas y puntos de vista que no sirven en este proceso de ver al otro: las gafas de protección mental y emocional, como las del bricolaje, anestesian nuestra mirada y la hacen distante de la realidad. Las gafas oscuras de ver sólo la parte menos amable, dolorosa o negativa de la realidad, tampoco sirven porque nos desaniman y hacen que “pasemos de largo”.
Pero hay otras gafas y miradas que sí sirven: las gafas de las ciencias sociales, que nos ayudan a ver más allá de lo obvio, a explicar las causas y razones de lo que vemos, a comprender mejor lo que está pasando, todo ello nos muestra la verdad y allana el camino o proyecto de la acción prosocial posterior. Las gafas del corazón que hacen nuestra mirada más sensible y comprometida, y ello nos hace penetrar mejor la realidad, percibir otros matices que no son capaces de ver las ciencias sociales.
Y también las gafas de la esperanza, que me gusta llamar poética y musicalmente “las gafas de ver el mundo bonito”, gafas que con un cristal nos muestran el rostro sufriente y con el otro el rostro salvado de la realidad, el mundo que tenemos (la realidad) y el mundo que queremos (nuestro ideal), y ello pone a nuestra imaginación a trabajar para mejorar y transformar esa realidad desde su toma de conciencia y enfocándonos en las fortalezas propias y las del otro.
Huella 2. Sintió compasión.
La compasión ("cum passio" = apasionarse, padecer con), llamada también empatía por la psicología, es corriente afectiva que riza y agita nuestras aguas interiores, nuestra mar en calma, nuestro confort emocional, incluso provoca muchas veces fuertes oleajes capaces de vencer cualquier obstáculo que se ponga por delante: es ese amor apasionado y espiritual, “que traspasa fuertes y fronteras, que no teme a las fieras, que cruza montes y riberas”, como diría San Juan de la Cruz en el Cántico Espiritual.
Necesitamos estas aguas rizadas e incluso turbulentas del corazón, movidas por los vientos del espíritu y los sentimientos de afección empática, para que se oxigene nuestra interioridad, ya que las aguas quietas y muy tranquilas, enseguida se contaminan de los parásitos del egoísmo y la insolidaridad. La empatía es la llave que abre la puerta del corazón, donde están nuestros mejores sentimientos y deseos prosociales.
Liberar nuestras emociones y deseos domesticados, encerrados en la jaula de nuestra seguridad racional, es necesario para lanzarnos al encuentro del otro sufriente. Como el pajarillo, la caridad, el amor, la empatía, no aportan valor si los domesticamos, si cortamos o atrofiamos sus alas. En esta huella trabajamos la metáfora de "la llave del corazón" que es la que abre la puerta de nuestra "jaula del confinamiento emocional".
Huella 3. Se acercó.
Acercarse no sólo físicamente, sino también en formas y lenguajes, incluso rompiendo las barreras socio-culturales, porque no olvidemos que el Buen Samaritano ayudó a un judío, y en aquella época no se relacionaban entre ellos, dado que los judíos consideraban impuros a los samaritanos. El Papa Francisco (2020) lo expresa en toda su profundidad y análisis crítico desde lo que realmente significa: “este encuentro misericordioso entre un samaritano y un judío es una potente interpelación, que desmiente toda manipulación ideológica, para que ampliemos nuestro círculo, para que demos a nuestra capacidad de amar una dimensión universal capaz de traspasar todos los prejuicios, todas las barreras históricas o culturales, todos los intereses mezquinos”.
Acercarse significa estar próximos, salir de nuestras zonas de confort, de los claustros del yo al encuentro del tú. La educación y entrenamiento de las capacidades samaritanas en nuestro alumnado debe facilitar y potenciar estos acercamientos y encuentros, mediante proyectos de ayuda bien articulados, tanto dentro de la propia escuela como fuera de ella.
Huella 4. Le curó las heridas.
Se trata de hacer bien el bien, de ser competentes en la ayuda, de aprender las herramientas básicas para ayudar. El Buen Samaritano llevaba una mochila con herramientas de ayuda, era un hombre sensato y preparado para el camino.
El Papa Francisco (2020) nos recuerda en el capítulo 3 de Fratelli Tutti que “hemos crecido en muchos aspectos, aunque somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas”. Ciertamente, a partir de la pandemia del coronavirus y sus devastadoras consecuencias para con muchas vidas humanas, hemos tomado conciencia con más fuerza acerca de la importancia de los cuidados, de fomentar una cultura del cuidado (auto-cuidado y mutuo-cuidado) y del buen trato, una ética del cuidado. Y todo ello también con nuestra casa común, porque, como bien nos dice el Papa Francisco en Laudato Si (2019) todo está relacionado local y globalmente, el descuido y maltrato de la casa común, también es descuido y maltrato de la cultura, de las sociedades y de los más vulnerables del planeta.
La caja de herramientas del buen samaritano es la que construye una cultura del cuidado hacia los más débiles y desprotegidos, una cultura que no se termina en la ayuda individual y puntual, sino también sostenible institucionalmente, a ejemplo del buen samaritano, que hace suya la causa del otro (cargando con él) y que institucionaliza socialmente en la posada, creando una red de ayuda con otros y financiándola, como veremos en las huellas 5 y 6.
Huella 5. Cargó con él.
El Buen Samaritano no se conforma sólo con salvar la vida del hombre herido y asaltado, sino que comprende que debe hacer algo más, que debe garantizar que su ayuda será sostenible en el tiempo, y decide llevarlo consigo. Esta huella marca la diferencia, por ejemplo, entre “hacer voluntariado” o “ser voluntario”, entre “la ayuda puntual” o “la ayuda sostenible”, entre “dar clase” o “ser educador”. Es aquí donde no llegan los proyectos de servicio prosocial sólo “conductistas”, los proyectos que no están encarnados, fundamentados y diseñados en el plano de lo más hondo de la persona, en su identidad y proyecto de vida.
Esta huella representa a nuestra vocación, a nuestro proyecto y sentido de la vida, por ello utilizo como símbolo el despertador de la vocación. En todo momento de la vida de una persona suena ese despertador, y de repente nos damos cuenta de aquello que realmente nos apasiona, de nuestro elemento que diría Ken Robinson. Es muy importante que, tanto los padres como los educadores estemos cercanos y atentos a este despertar de la fuerza vocacional para sugerir e inspirar vocaciones realmente humanizadas y humanizadoras, porque cualquier profesión puede enfocarse en el servicio de los demás o en el servicio de uno mismo, y lo que menos necesita hoy nuestro mundo es a profesionales muy bien cualificados y capacitados que, en lugar de servir a los demás, se sirven de los demás para sus propios fines.
Huella 6. Lo llevó a una posada.
Sin saberlo, el Buen Samaritano, fundó la primera ONG de la historia, al involucrar al posadero, crear la primera red de solidaridad, y además encargarse personalmente de financiar la ayuda: “al partir sacó dos denarios….”. El servicio prosocial debe configurarse en red, con todos los agentes de la comunidad educativa (alumnado, profesorado, familias, etc.). Tal y como nos recuerda el Papa Francisco (2020) en Fratelli Tutti, “no lo hagamos solos, individualmente. El samaritano buscó a un hospedero que pudiera cuidar de aquel hombre, como nosotros estamos invitados a convocar y encontrarnos en un nosotros que sea más fuerte que la suma de pequeñas individualidades”.
La familia, la comunidad, la institución, en su ideal son, deben ser, comunidades de amor y fraternidad. Las relaciones familiares, la solidaridad comunitaria, aún en esta modernidad líquida de ruptura de vínculos y enlaces sociales en la que vivimos, como diría Zygmunt Bauman, es la que salva a muchas personas de naufragar cuando azotan las crisis económicas. El Papa Francisco (2020), sitúa en su reflexión el modelo del buen samaritano como fundamento de una ciudadanía cosmopolita y global: “Es un texto que nos invita a que resurja nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo entero, constructores de un nuevo vínculo social. Es un llamado siempre nuevo, aunque está escrito como ley fundamental de nuestro ser: que la sociedad se encamine a la prosecución del bien común y, a partir de esta finalidad, reconstruya una y otra vez su orden político y social, su tejido de relaciones, su proyecto humano”.
Formatos de este modelo: conferencia, conferencia-taller, taller pedagógico de dinámicas de grupo, charla-taller para jóvenes, charla-taller para familias. Contacto: info@cesargarciarincon.com