La
Ciudad de la Paz, representa ese anhelado lugar de convivencia pacífica,
solidaria, humana y diversa, es un sueño en realidad compartido por muchos.
Caminar hacia ella requiere una brújula moral, una guía que nos oriente en el
camino hacia la construcción de una sociedad basada en valores fundamentales.
Esta brújula tiene cuatro puntos cardinales esenciales que representan claves
para construir la Ciudad de la Paz: Conversar, Perdonar, Desarmar y Trabajar.
CONVERSAR.
La primera clave para llegar a la Ciudad de la Paz es aprender a conversar. La comunicación efectiva es la base del entendimiento mutuo. Necesitamos abrir espacios de diálogo donde podamos escucharnos unos a otros, entender perspectivas diferentes y construir un relato compartido. La diversidad de pensamientos y experiencias es riqueza, y al conversar, podemos tejer los hilos que unen nuestras historias individuales en un tapiz de comprensión colectiva. Conversar no es debatir, no es tratar de con-vencer o vencer a otros desde nuestros planteamientos. Más que debates, y entrenamiento en el debate, deberíamos fomentar auténticos círculos de conversación, educar en el arte de conversar.
PERDONAR.
El perdón es una herramienta clave en el viaje hacia la paz. Reconocer nuestros propios errores y ser capaces de perdonar los errores ajenos nos libera del peso del resentimiento y nos permite avanzar. La Ciudad de la Paz no puede construirse sobre cimientos de rencor y venganza. El perdón es una manifestación de la empatía y la compasión, elementos esenciales para forjar lazos más fuertes y duraderos entre las personas. Cuando hablamos de perdón, nos referimos tanto a perdonar a los demás, como a ser perdonados por los demás, e incluso a perdonarnos a nosotros mismos nuestros errores y faltas, ya que muchas veces el peor dictador y juez es el que llevamos dentro. Con razón, la psicología moderna (terapia ACT de aceptación y compromiso) promueve los procesos de aceptación de la propia realidad problemática y auto-compasión como un paso clave en la recuperación y el restablecimiento del equilibrio psicosocial.
DESARMAR.
No me refiero sólo al desarme físico y bélico, que también es objetivo de todo proceso de paz geopolítico, y la historia lo ha demostrado. Pero se nos vende, no pocas veces, el binomio libertad & seguridad como fundamento del orden, la paz y la justicia, y no es del todo cierto, al menos no lo es como fundamento de la libertad. Lo fundamental y deseable es una seguridad intrínseca, que nace de la actitud ética y responsable de cada cual, lo cierto y edificable-educable es, deber ser, el binomio libertad & responsabilidad, como dos pedales esenciales para avanzar. La auténtica libertad de las personas y los pueblos no puede basarse únicamente en un límite extrínseco (la seguridad), sino, y sobre todo, en un límite intrínseco, en el propio freno moral de cada persona, en una ética de la integridad y la responsabilidad personal y social, que nace de dentro, no que se impone desde fuera. Para caminar hacia la Ciudad de la Paz, debemos desarmarnos mental e intelectualmente. Esto implica desmontar las barreras y trincheras de prejuicios y estereotipos que nos separan. Debemos cuestionar nuestras propias creencias y estar dispuestos a considerar otras perspectivas. La mente abierta y flexible es una herramienta fundamental en la construcción de puentes que conecten a personas con diferentes formas de pensar y vivir.
TRABAJAR.
La paz no es sólo un destino final, sino también un proceso continuo que requiere esfuerzo constante, camino día a día. Trabajar en solidaridad y por la justicia es el motor que impulsa nuestro viaje hacia la Ciudad de la Paz. La equidad como horizonte y la colaboración como camino, dibujan senderos viables hacia una sociedad más justa y pacífica. Las acciones concretas, más allá de las palabras, son las que transforman el sueño en realidad, son las que lo hacen posible y visible en nuestras pequeñas y grandes vidas, son ese escudo de valores humanos y cultura de paz que en el devenir histórico mantendrá a la humanidad al salvo del instinto de destrucción de unos pocos. Trabajar desde la educación por facilitar en las personas una trascendencia creativa de sus vidas, para evitar que opten por una trascendencia de la destrucción: nos dijo hace tiempo el pensador humanista Erich Fromm, que todo ser humano necesita trascender su vida (encontrar un sentido a la misma, un propósito personal), y que lo normal es hacerlo mediante la creación (crear vida, trabajar y producir, creatividad artística…), pero, y aquí advierte, cuando una persona no puede trascender creando, lo hace destruyendo, poniéndose por encima de la vida y sometiéndola. Bien, pienso en muchos dictadores y gobernantes actuales que declaran todo tipo de guerras, y entran claramente en esta dinámica infeliz y enferma de trascendencia destructiva de sus vidas y las de los demás.
En definitiva, llegar a la Ciudad de la Paz, como lugar en que ser y convivir humana y fraternalmente, implica un compromiso personal y colectivo con estos cuatro puntos cardinales. CONVERSAR para buscar un relato compartido, PERDONAR para liberarnos del pasado doloroso y resignificar el presente, DESARMAR nuestras mentes y razonamientos para abrazar la diversidad y TRABAJAR juntos para construir un futuro más justo y pacífico. En cada interacción diaria, en cada elección que hagamos teniendo presente esta brújula, nos acercamos un paso más a esa utopía de convivencia armoniosa que todos anhelamos.
Puedes trabajar esta reflexión y brújula de la paz conjuntamente con mi canción y vídeo-lyrics “Para llegar a Ciudad de la Paz”, en Youtube.